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La sutil homofobia del Malapalabrero

Publicado: 2011-08-02

Apuntes rápidos para repensar la representación de los gais en la prensa peruana

Rafi Rey no se anima a salir del clóset, empieza el “Malapalabrero” Luis Torres Montero su columna-ficción sobre un ministro de defensa que encajona trusas ranger y confisca un periódico que atenta contra su honor. La información es contundente y real, señala. Quizás por eso, el entonces ministro de defensa Rafael Rey (el verdadero) pensó que cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia, demandó al periodista y en breve se dictará sentencia.

Los difusos límites entre el ministro ficticio y el mito sobre la (homo)sexualidad del verdadero se constituyen en un recurso para cuestionar su excesivo conservadurismo. Sin embargo, la creatividad literaria se ensucia por validar la canalización de la crítica hacia los sujetos representados en la ficción a través del señalamiento de sus supuestas disidencias sexuales. Y es vital llamar la atención de esto porque, si tuviéramos evidencia de la homosexualidad de Rey (el verdadero), yo sería el primero en hacerle el ‘outing’ por su entonces falsa ira contra quienes serían sus iguales.

El comisariato sobre las sexualidades se vuelve sistémico. En otra columna cuestiona un vídeo de Carlos Bruce sobre ser diferente porque el congresista habla de su gordura y el periodista esperaba una confesión tipo Ricky Martín que nunca llegó y le exige que lo demuestre en la cancha del verbo: “Por Cierto, soy gay”. Incluso llega a oponerlo a gais públicos a los que califica de valientes.

No todo es malo. El “Malapalabrero” sabe que debemos deshacernos del complejo del macho hispanoamericano y que el bruto que piensa desde su complejo (motor principal del caudillismo), aunque aún cae en la tentación de controlar y denunciar la sexualidad de las personas, vicio frecuente en nuestra profesión y del que nuestros lectores parecen no acusar recibo.

La libertad de expresión tiene límites y vulnerar el honor de las personas es uno de ellos, pero ¿apelar a una homosexualidad (real o no) atenta contra el honor? Evidentemente no, a no ser que consideremos que la homosexualidad es algo nefasto y abyecto. O que la intención sea esa. Y una sentencia condenatoria contra Luis Torres puede constituirse en un terrible precedente para la libertad de los periodistas (al pretender recortarla o incluso para servir de aviso o censura previa a otros que pretendan cuestionar a quienes estén en el poder) y para la representación social de lesbianas, travestis, gais y bisexuales (al naturalizarla como negativa).

En ningún momento yo digo que [Rafael Rey] es homosexual. No creo que sea un insulto, es como si le dijera súper macho, responde lúcido mi colega. Aún queda pendiente el reto de construir medios sin estos sutiles sentidos homofóbicos que permitan construir una sociedad donde las vidas lésbicas, travestis y gais sean habitables.

El derecho como campo de lucha (actualización del 2 de agosto de 2011, 11.30pm)

(i) La difamación se configura cuando se atribuye a una persona, un hecho, una cualidad o una conducta que pueda perjudicar su honor o reputación, según el artículo 132 del Código Penal. Y el Tribunal Constitucional ha señalado en el expediente 2868-2004-AA/TC que el carácter digno de la persona no se pierde por (…) ser homosexual o transexual.

(ii) Los delitos se cometen contra personas o comunidades, nunca contra personajes literarios. No imagino a Rafi Rey demandando a su creador. Y el texto que motiva la demanda de Rafael Rey es un cuento, una creación literaria, no una pieza periodística que informe, interprete u opine sobre la realidad.

(iii) Este caso nos obliga a repensar la pertinencia de la permanencia de las vulneraciones contra el honor (injuria, calumnia y difamación) en el Código Penal. Sospecho que los periodistas somos los más frecuentemente denunciados por estos motivos, y meter a los periodistas en la cárcel por faltas de profesión se presta a presiones de régimenes autoritarios. Bastaría con indemnizaciones a cuenta de los emisores que atentan contra el honor. En esta línea se han pronunciado ya la ONU y la OEA, refirió el exprocurador Ronald Gamarra hace pocos días.

(iv) Por ridícula que sea la pena contra Luis Torres Montero, la sentencia condenatoria debe ser apelada sí o sí. No es admisible que los periodistas convivamos con un ordenamiento jurídico que pretenda advertirnos entre líneas que no debemos meternos con los poderosos.

Y ojo, amable lector, que no se trata de promover un régimen de impunidad para los periodistas. Recuerde usted que estas afirmaciones son escritas por un periodista que sostiene en trescientos idiomas que la libertad de expresión tiene límites claros. Y , como ciudadano y activista gay, he denunciado a otro periodista por discriminación y he impulsado una queja contra un medio de comunicación por violar sus normas éticas y permitir la incitación al odio homofóbico.

La homofobia estructural (actualización del 3 de agosto a las 11.20am)

Periodistas y tuiteros están indignados. La sacrosanta libertad de expresión está en peligro y es necesario movilizarse... Claro, movilizar los deditos en el teclado con un hashtag creativo. ¿Pero eso de #rafireynoseanimaasalirdelcloset es purito soporte ciudadano al "Malapalabrero" o una forma caleta de  avalar la homofobia? Parece que algunitos no acusan recibo del intertexto homófobo de la columna de Torres... O que, incluso, les gusta. Les gusta tanto como Butters amenazando con pegar gais y lesbianas. Vamos mal.

Reacciones por un Twitter sin homofobia (actualización del 3 de agosto a las 12.00m)

Remate bloqueado (actualización del 4 de agosto de 2011 a la 1.50pm)

Magaly Solier publicó hoy un artículo sobre el caso Rey versus Torres. La actriz es muy atinada cuando afirma que ser gay o lesbiana no atenta contra el honor, sin embargo ridiculiza la defensa legal del honor y asume que libertad de expresión es irrestricta. Hay, sin duda, mucho por cuestionar en nuestro relacinamiento con los medios.

Pero mucho más grave es que la posición irreflexiva que tenemos los mismos periodistas sobre los contenidos que producimos y las representaciones de los gais que legitimamos en nuestro accionar.

Beto Ortiz entrevistó ayer a Rafael Rey (ver aquí y aquí) y concluyó que:

El "Malapalabrero" parece aún no acusar recibo, y hoy decidió llamar la atención sobre lo que él entiende como una paranoia homofóbica y bloquearme por ladilla porque esto y aquello.

El camino para desterrar la homofobia de los medios de comunicación es aún largo. Pero no podemos tolear, bajo ningún término, medios que validen el odio, la violencia y la muerte. Menos risas y más sentido crítico.


Escrito por

Gio Infante

Activista marica, periodista sadomasoquista y antifujimorista.


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