La homofobia de Francisco
O el absurdo de insistir en que está bien ser gay pero no practicarlo
Que no te engañen porque no hay nada que celebrar. Ni el Papa es gayfriendly ni el Vaticano va a cesar su lobby homofóbico ni Cipriani va a dejar de obstaculizar cualquier ley que reconozca nuestra condición humana.
"Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo?" declaró Jorge Bergoglio (aka Francisco) y olvidamos los 84 minutos restantes de una extensa entrevista en la que minutos antes, cuando se le preguntó por su silencio sobre el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo en Brasil, respondió que "la Iglesia se ha expresado ya perfectamente sobre eso", por lo que "no era necesario hablar de eso, sino de las cosas positivas que abren camino a los chicos".
Es decir, Bergoglio no juzga a los homosexuales porque la Iglesia católica ya lo ha hecho y no tiene por qué dedicar su tiempo a cosas negativas como esta que, claramente, es pecado.
"El catecismo de la Iglesia católica lo explica de forma muy bella. Dice que no se debe marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad", continuó.
¿Qué dice el catecismo? Que la Biblia nos presenta como personas con "depravaciones graves" que "no pueden recibir aprobación en ningún caso" (2357), por lo que "las personas homosexuales están llamadas a la castidad" (2359) e insta a que seamos "acogidos con respeto, compasión y delicadeza" y se evite contra nosotros toda "discriminación injusta" -vaya uno a saber cuál es la discriminació justa- (2358). Y, para eliminar dudas, finaliza "entre los pecados gravemente contrarios a la castidad se deben citar la masturbación, la fornicación, las actividades pornográficas y las prácticas homosexuales" (2396).
En otras palabras, Bergoglio y la Iglesia católica insisten en meterse en nuestras camas con el absurdo de que está bien ser gay pero no practicarlo.
"El problema no es tener esta tendencia. Debemos ser hermanos. El problema es hacer un lobby" insiste, y, contra lo que podríamos pensar, no se refiere a los activistas pro derechos humanos sino al escándalo de corrupción y sexo que envuelve a la curia romana y que interesadamente llama 'lobby gay'.
Otro cantar es el lobby homofóbico liderado Bergoglio.
Lejos de la carismática imagen que hoy pretende dar, cuando fue arzobispo de Buenos Aires convocó a una "guerra de Dios" contra la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo porque "está en juego la identidad, y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos", ya que "no se trata de una simple lucha política, es la pretensión destructiva al plan de Dios".
Cipriani, envalentonado, sigue su ejemplo.
No estuvo en el Te Deum pero dejó una carta que fue leída en la homilía y que relata que "nos dice también el Papa que hoy parece prevalecer una mentalidad egoísta que pretende destruir la estructura natural del matrimonio y la familia. Hasta un 76% de la población defiende el derecho que tienen los niños en nacer en un hogar con una papá y una mamá, hombre y mujer, en una unión que no puede ser comparada o reducida a formas radicalmente diferentes".
Y, línea seguida, adjudica la delincuencia a la debilidad de la familia, situación por la que seguramente también somos responsables los homosexuales que, como todos saben, somos lo más cercano al demonio, o por lo menos eso es lo que Bergoglio y Cipriani piensan.
¿Papa gayfriendly? A otro perro con ese hueso.
Lima, 30 de julio de 2013.