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Un día contra la homofobia en Chalhuanca

Publicado: 2014-05-17

Hoy el mundo celebra el “Día internacional contra la homofobia” porque en 1990, hace 24 años, la OMS definió que la homosexualidad es una variación más de la sexualidad humana y no una enfermedad. Lo mismo habían hecho antes, en 1973 y 1975, las asociaciones psiquiátricas y psicológicas de Estados Unidos. Pero pocos recuerdan que a inicios del siglo 20 se instauraron las terapias de “curación” de la homosexualidad, catalogada como una psicopatología por los “profesionales” de la salud metal, quienes simplemente seguían la tradición de considerarnos criminales sociales a los que hay que encerrar o pecadores cuyas almas hay que expiar.

Durante el último año hubo 48 crímenes de odio homofóbico en nuestro país: uno por semana. De ellos, 6 fueron adolescentes gais que se suicidaron por el rechazo de sus familias, y no sabemos cuántos hoy están siendo torturados con la venia de sus padres en las terapias de “restauración” de homosexuales que promueve el congresista fujimorista y pastor evangélico Julio Rosas, admirador de la persecución contra homosexuales que hoy viven Rusia y Uganda, admirador de los 77 países en los que ser homosexual sigue siendo un crimen.

En estas semanas la Comisión de Justicia y Derechos Humanos del Congreso debe debatir el proyecto de ley de #UniónCivilYA para reconocer a las parejas homosexuales como familia. Esta demanda, probablemente la más simbólica de nuestros tiempos, será solo un paso en el largo camino hacia la igualdad.

He pasado los últimos días en Chalhuanca, Apurímac, a 2897 metros sobre el nivel del mar, donde APRODEH y MHOL venimos realizando nuestra “Escuela de jóvenes defensores de los derechos humanos” con 30 líderes estudiantiles, comuneros y con discapacidad: solo 10 mujeres y ninguna persona homosexual. Cuando hicimos notar esto, un líder comunal evangélico declaró que “yo respeto a todos, pero vamos a algo más profundo como la identidad, la educación, la salud, el trabajo, no nos distraigamos en asuntos de grupos minoritarios”. Otro, que fue presidente de su comunidad a los 18 años, señaló que también nos respeta pero que “solo hay hombre y mujer, complementarios, que tenemos hijos que son el futuro del país” en un contexto en el que estamos ante “la decadencia de la sociedad” y “el caos de la civilización”, por lo que hay que tener cuidado para “que los homosexuales no se expandan”. “No hay que atentar contra la naturaleza y la psicología de los niños” completó alguien más.

Cuando, en respuesta, hablamos de los derechos humanos, alguien señaló que no son más que una herramienta de colonización occidental: “es mi cultura” cerraba el debate. Sin embargo no se trata de la Declaración Universal de 1948 ni de ninguno de los instrumentos internacionales al respecto, sino de los derechos humanos como gran consenso moral de la humanidad al que cualquier persona en cualquier lugar del mundo puede llegar: si la vida es un don precioso, está mal matar a alguien por ser quien es; si todos merecemos dignidad, está mal humillar a alguien por ser quien es; si todos merecemos ser amados, está mal negar a alguien el derecho a fundar una familia para construir su futuro y ser feliz.

Ayer nos dividimos en grupos, dibujamos a un personaje y escribimos alrededor las cosas buenas y malas que habíamos escuchado de él: un hombre urbano, una mujer rural, un homosexual. Eliana, una lideresa con discapacidad que vino a la Escuela con su hijo pequeño, estuvo en el último grupo. “Si bien es cierto que las cosas que escribimos nos causaron risa, cuando mi hijo me preguntó que significaba ‘cabriola’, si venía de ‘cabro’, me dio vergüenza porque muchas veces hablamos por hablar y no nos ponemos a pensar en lo que siente el otro”.

La lucha contra la homofobia es solo un pequeño componente de la lucha contra todo tipo de violencia, desigualdad y discriminación. “Las personas con discapacidad siempre hemos existido, pero nuestras familias nos escondían, nos amarraban, nos encerraban en casa: hoy nos estamos empoderando, estamos luchando, estamos conquistando nuestros derechos”, recuerda. Esa es también la historia de las lesbianas, trans, gais y bisexuales de Apurímac, de muchas partes del país, del mundo.

La homosexualidad dejó de ser un delito en nuestro país hace casi 100 años, sin embargo aún hoy muchísimas personas nos consideran delincuentes sociales. La homosexualidad dejó de ser una enfermedad hace más de 24 años, sin embargo aún hoy muchísimas personas nos consideran enfermos. Mientras ello ocurra acá o en cualquier parte del mundo, este no será un día para celebrar sino para unirnos, resistir, luchar todos juntos por construir un país y un mundo libre de homofobia y de todo tipo de discriminación.

Chalhuanca, 17 de mayo de 2014


Escrito por

Gio Infante

Activista marica, periodista sadomasoquista y antifujimorista.


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